Cercáronle luego los muchachos; pero él con la vara los
detenía, y les rogaba le hablasen apartados, porque no se quebrase; que, por
ser hombre de vidrio, era muy tierno y quebradizo. Los muchachos, que son la
más traviesa generación del mundo, a despecho de sus ruegos y voces, le
comenzaron a tirar trapos, y aun piedras, por ver si era de vidrio, como él
decía. Pero él daba tantas voces y hacía tales estremos, que movía a los
hombres a que riñesen y castigasen a los muchachos porque no le tirasen.
Mas un día que le fatigaron mucho se volvió a ellos,
diciendo:
-¿Qué me queréis, muchachos, porfiados como moscas, sucios
como chinches, atrevidos como pulgas? ¿Soy yo, por ventura, el monte
Testacho de Roma, para que me tiréis tantos tiestos y tejas?
Por oírle reñir y responder a todos, le seguían siempre
muchos, y los muchachos tomaron y tuvieron por mejor partido antes oílle que
tiralle.
Fuente
No hay comentarios:
Publicar un comentario